lunes, 26 de julio de 2010

Descanso agitado


howling howling


-¡¡Avíspate Hanna!!-me gritó Chris, al momento que otro golem intentaba golpearme, reuní fuerzas y me impulsé hacia atrás, ya resignada a ver nada más que manchas de colores desfiguradas, volvía a cargar las escopeta y apunté a la mancha más grande que se movía.

-¡¡Phyro!!-esta vez el tiro no me derribó, pero al parecer al golem tampoco. Sentí un brazo fuerte tomarme de la cintura y sacarme del camino del golem.

-Deberías apuntar al golem y no a los árboles-susurró Adrián en mi oído, lo supe por su voz y el manchón rojo frente a mi.

-¡¿Qué haces aquí?!-dije desviando el tema y tratando de enfocarlo sin éxito alguno. Él volvió a saltar conmigo como si fuera una mochila a su costado. Caímos sobre algo que se movía y tenía color arcilla, tras un rugido inferí que era el golem así que cargué nuevamente la escopeta y disparé bajo nosotros haciendo que este se derrumbara como un montón de rocas. De nuevo me sentí volar en los brazos de Adrián y cerré los ojos para intentar mejorar mi visión un poco.

Los gemelos me lo contaron todo- lo miré a lo que parecieron sus ojos e iba a decirle algo pero el me selló los labios con su dedo índice- No le diré nada a Christian, podría hacerle daño a los gemelos…-asentí con alivio- Pero sabía que no estabas en tu mejor estado como para esto, llegué justo a tiempo ¿Cómo te sientes?-

-Como habrás corroborado con mi excelente tiro al bosque no veo para nada bien y no creo que pueda mantenerme en pié mucho tiempo- dije con sinceridad, el pareció asentir con la cabeza.

-Déjame devolverte la mano- dijo y me dejó apoyada contra un árbol o al menos sentí algo duro y rugoso en mi espalda y ya no vi ninguna mancha roja, de seguro el ya no estaba, cerré los ojos para descansar mientras escuchaba los gritos de conjuros de Chris, unos gruñidos que de seguro eran de Adrián, y el sonido de piedras pesadas caer al piso. No sé en que momento me había entregado plácidamente a los brazos de Morfeo.

-¿Crees que él se dará cuenta? Es muy evidente- escuché un susurro de una voz masculina y juvenil.

-Si él se llega a enterar no les hará ni un bien a ustedes- eso lo susurró otra voz más grave y bastante serio.

-Pero mírala, no se ha movido desde que llegaron y hoy en la mañana realmente estaba mal- dijo otra voz muy parecida a la primera.- ¿Qué le dijiste a Chris cuando la vio?-

-Que un golem le había pegado en la espalda, y que con los tiros se había exhaustado- dijo la segunda voz, la cual ya me pareció más familiar. Me removí en la cama pues el brazo derecho lo tenía acalambrado por mi peso y me apoyé en el izquierdo. Silencio. Sentí una mano cálida en mi hombro derecho que me sacudió levemente.

-Hanna- me llamó la voz más grave, esa voz la había escuchado antes ¿quién será? Me volvió a sacudir un poco más fuerte y gemí reprobatoriamente- Hanna, despierta- es la voz de Adrián… ¡Los golems! Me levante de un solo golpe, provocando que mi frente chocara con la de Adrián, me mareara por el esfuerzo repentino y cayera de nuevo a la acolchada almohada tras el impacto.

-¡Auch!-exclamé frotándome la frente y sintiendo como esta me latía dolorosamente, algo propio de una jaqueca y además el dolor en la frente. Gemí de dolor.

-¡Hanna! Lo siento, ¿estás bien?-

-No grites… me duele la cabeza, horriblemente- le regañé mientras me tapaba la cara con la almohada.

-Lo siento- le escuché susurrar- Pensé que querrías saber sobre los golems-

-Te escucho-

-Cuando Chris te vio durmiendo en el árbol se apresuró a destruir a todos pensando que estabas inconsciente, el no sabe nada de lo de los gemelos, pero puede que sospeche, yo le dije que terminaste así por que te…-

-Si escuché eso… bien. Gracias- dije con una sonrisa mientras me sacaba la almohada de la cara, luego miré hacia el lado donde estaban Teo y Leo, me miraban arrepentidos.- Oh, chicos no se preocupen, no pasó nada-

-¡¿Nada?!- exclamó Teo.- Si no fuera por Adrián no estarías viva- suspiré pesadamente tras la idea, y bien planteada, de que alguien me había salvado la vida- Si no fuera por nosotros no habrías debido tomar ese vitamínico, no te hubieras descompuesto en pleno campo de batalla- exclamó airoso mientras Leo le tomaba de la manga con claro arrepentimiento silencioso.

-No es su culpa- Teo iba a refutarme pero le miré a los ojos con suficiente seriedad como para que callase- YO les ofrecí, y como demonios y por su propio instinto no pueden hacer nada contra tal ofrecimiento, fui YO quien no midió las consecuencias, por lo tanto,- esbocé una sonrisa tranquilizadora- todo es completamente MI culpa, así que no se martiricen-

Los tres demonios guardaron silencio mientras miraban el piso, gruñí con desacuerdo. Todos me miraron y fruncí el seño. Iba a obligarlos a sonreír cuando Christian e Iván irrumpieron en la habitación, este último con una bandeja con pastelillos y té, me saboreé con los ojos los pastelitos de cereza y chocolate, mientras mis glándulas salivaban en exceso.

-¿Cómo te sientes?- me preguntó Chris mientras Iván me ponía la bandeja encima de mis piernas y me sonreía por mi infantil expresión.

-Muy bien-dije casi automáticamente.

-¿De verdad?-

-Sí, por supuesto.- al mirarle su cara estaba entre seria y preocupada así que me expresé más- Me duele un poco la cabeza por el tortazo, pero fuera de eso estoy bien-

-Mmmm- esa expresión muda sonó mientras su cara se relajaba y miraba a mis demás acompañantes- ¿Ustedes la despertaron?-

-No, sólo la vigilábamos hasta que ella se despertó- dijo Adrián.

-Ya veo-

-¿Alguien quiere?- dije levantando mi tenedor con un poco de pastel hacia los presentes.

-¡Yo!- dijeron al unísono los gemelos y se sentaron uno a cada lado mío.

-Pero señorita, usted necesita alimentarse- se preocupó Iván.

-Tranquilo, sólo les daré un poco, después de todo esto es mío- dije con voz de niña mimada. Todos rieron, todos menos Chris.

Así pasó el resto del día, no me dejaron levantarme de la cama por miedo a que me cayera de nuevo, así que leí la correspondencia y dormí un poco más. Caída la noche y con un silencio fantasmal en la casa decidí salir, me levante lentamente para no marearme y cuando ya me sentí en confianza con mi cuerpo me puse una falda y un polerón sobre el pijama, abrí mi puerta con cuidado, pues lanzarme del balcón para abajo, como solía hacer, no sería muy buena idea con mi cuerpo debilitado, y caminé apegada a las paredes y sin hacer ni un solo ruido para que no me pillaran, pues me mandarían a acostar nuevamente. Finalmente logré salir por el ventanal del salón y la fría brisa nocturna acarició mi cara hasta refrescar mis pulmones. Caminé con parcimonia por el jardín de plantaciones bajas hasta una especie de placita de piedra al centro de las plantaciones, una pileta de mármol blanco con un ángel que vertía agua desde un jarrón estaba en el centro de la placita. Me acerqué y me senté en el borde para acariciar el agua el cual se perturbó en circunferencias infinitas.

-Aun que te digan que reposes es imposible que lo cumplas ¿no?-la voz de Chris me sobresaltó y giré rápidamente mi cabeza para verlo, sonreí de medio lado y volví a enfocarme en el agua, él se sentó frente mío y miró hacia el manto oscuro y manchado de blanco que estaba sobre nuestras cabezas. Pareció dudar, me miró a los ojos y abrió la boca pero no dijo nada, luego la cerró volviendo a mirar el cielo. Volvió a intentarlo- ¿Cómo es que…?-

-¿Cómo es que convivo tan normalmente con Teo, Leo e Iván?- dije con una sonrisa. Él se me quedó mirando y luego asintió con la cabeza- Supongo que es por que no pienso mucho en su condición de “demonios”-

-Pero aún así, su olor y ojos son diferentes. Además en cualquier momento podrían atacarte aún más con esa cercanía-se veía perturbado, como si intentara entender lo inentendible.

-Ya han pasado 5 años de estas “cercanías” y no ha pasado nada, ¿Porqué desconfiar tras tanto tiempo?- Iba a protestar pero me apresuré en hablar- Además sé que, tal y como yo, ellos sienten un gran aprecio hacia mi, no serían capaces de hacerme daño y eso es algo de lo que ya te debiste haber dado cuenta, y por cierto en cuanto a su olor, es algo de lo que ya me acostumbré.-

Él guardó silencio y volvió a mirar el cielo. Otra brisa nocturna refrescó el ambiente.

-y ¿que hay de Adrián? Quiero decir, él es nuevo y por ser neófito tiene algo incontrolable aún-

-Es cierto, pero el tiene algo que los otros no tienen ni tuvieron… Una parte del conciente humano-dije con simpleza- Aun que es cierto que hay veces en que el instinto le gana a ese conciente y es ahí en donde hay que “entrenarlo”, al menos aún no ha pasado nada grave así que…-

-Aún- enfatizó- Por lo que deberías tener más cuidado con él, mira si aguanto que él esté aquí y aún con vida es por que sé que estoy cerca de ti para protegerte, pero ¿si en algún momento me mandan de misión a otro lugar? ¿Quién cuidará efectivamente de ti?-

-Y quién te dijo que yo necesito protector- ataqué con desconcierto- Por favor Christian, me he hazañado con misiones más peligrosas que un neófito y yo sola-

-¿A sí?- me tomó el brazo con firmeza y me lo torció en la espalda- En este estado estás débil y no valen tus hazañas en esto, de haber sido un neófito te habría arrancado el brazo de un cuajo- me soltó el brazo y volvió a su puesto.

-Bien… pero esta es una de las pocas ocasiones que estoy en este estado, además si tanto quieres que alguien me “proteja”, te nombro a tres demonios que lo harían sin que yo se los pidiera-

-Sí, pero y ¿que pasa si el vampiro les hace una alianza para atacarte los cuatro?- me levanté de inmediato con el seño fruncido y molesta.

-¿Cómo se te ocurre insinuar tamaña estupidez? Ellos nunca me traicionarían- dije tajante.

-¿Ves tu problema? Confías demasiado en esos demonios- dijo con recelo mirando el agua.

-Eres tú el que no se permite confiar, apuesto de que ni siquiera confías en ti mismo- acusé alterada y enfilé hacia mi habitación, cuando Christian me tomó del brazo y me giró para que lo mirara.

-No seas ciega Hanna, después de todo no puedes cambiar lo que ellos son- dijo con una mirada penetrante y completamente serio. Me quedé sin palabras así que volví a enfilar hacia mi habitación, esta vez me dejó. Antes de entrar a la casona vi como la cortina de la pieza de los gemelos se cerraba rápidamente cuando subí la vista. ¿Lo habían escuchado todo? Joder, lo último que necesitaba era una guerra interna en mi casa, ¡Lo último!

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