Tarde Libre

-Tss… la del vivo Leo, -escuché decir a Antonio- si querías dormir con ella nos hubieras dicho- abrí un ojo y escuché con atención.
-No es eso, he dormido en esta silla- se excusó nervioso Leo. Me intenté mover pero el dolor de mi brazo me obligó a tomar las cosas con calma.
-Buenos días cenicienta- dijo Toño, me reí por la comparación.
-No me compares con una damita de adorno- dije mientras me sentaba intentando hacer caso omiso a mi herida.- ¿Qué tal estuvo la noche?- dije mientras bajaba los pies de la cama.
-Sinceramente… No me acuerdo- y se echó a reír, miré por la puerta notando que el suelo de la salita había desaparecido entre bolsos y latas de cerveza.
-Comprendo, ¿Cómo anda el hachazo?- dije burlonamente.
-Ni hablar- dijo con cara de sufrimiento.- Te venía a despertar para que te ducharas antes de que el baño quede impresentable, pero me he topado con una sorpresita- dijo mirando burlonamente a Leo.
-Yo le pedía que me acompañara, no me gusta dormir sola en lugares desconocidos- dije con un tono de timidez fingida.
-Pobrecita, te elegiste al que mejor te podía defender, el único completamente sobrio en la noche- dijo Toño largándose a reír.- Bueno me voy a dormir – se despidió con la mano y entró a la otra habitación. Me levanté con lentitud, y me dirigía a tomar mi bolso.
-¿Me vas a decir?- dijo finalmente Leo.
-¿El que?- dije con cara de desentendida.
-Lo de anoche-
-Mmmmm… Todo bien, un éxito- dije mientras tomaba mi bolso con la mano izquierda y avancé hacia la puerta.
-¿Eso es todo?-
-¿Debería un civil saber más?- le susurré al oído antes de salir de la habitación. Noté como sus manos se cerraban en puños y la frustración se reflejaba en su mirada. Entré al baño y cerré la puerta, a primera vista todo estaba bien, al parecer nadie de los muchachos era de estómago débil para la ingesta de alcohol, eché a correr el agua caliente y abrí mi bolso sacando una blusa gris unos jeans negros y un polerón turquesa oscuro, unas toallas el jabón y una peineta. Me saqué la ropa y la metí en una bolsa, luego cuando me saqué el vendaje para analizar los puntos, me di cuenta de que estaba bañado en sangre y que este había pasado a la ropa, luego me la volví a vendar y la aislé para que no se mojara. El agua estaba exquisita, al fin un relajo.


Sabía que no debía hurgar en los asuntos de su padre, se había abstenido ya cuatro años de pedirle detalles de sus misiones, por más preocupado que estuviese. Pero con Joshua era diferente, una parte de el no podía evitar meterse en sus asuntos, se había dicho a si mismo que no tenía por qué insistir, pero la curiosidad gritaba tan alto que acallaba a aquellas voces. “¿Debería un civil saber más?”, definitivamente no, pero él sí.
Se levantó de la silla y se acercó al saco de ella, lo había dejado abierto con la mayor despreocupación… miró la cabecera y luego vio una mancha oscura, pasó el dedo, estaba mojado y en su dejo quedó una mancha rojiza, se le paralizó el corazón, se acercó el dedo a la nariz para cerciorarse de su hipótesis, un olor a óxido y sal, sangre, definitivamente era sangre y ella no le había dicho.
En tres grandes zancadas llegó hasta la puerta del baño y ni siquiera se acordó de tocar la puerta, la abrió de par en par topándose con un Joshua cubierta por una toalla, con el cabello mojado cayéndole por la espalda y con sus ojos, primero sorprendidos y luego fríos como el agua.
-Tres cosas- dijo ella con un tono frío, tan gélido como el de su gesto facial- ¿Alguien te enseñó a que debías tocar la puerta antes de entrar a un baño común?, segundo, cierra la boca antes de que te entren las moscas y tercero, si sales de aquí de inmediato haré como que no pasó nada-
Cerré la puerta de golpe quedando afuera, ¿por qué había entrado al baño? No lo recordaba, se le olvido al momento en que la vio. Su cabeza empezó a fantasear con aquella imagen, haciendo que su corazón le martillara el pecho.


La verdad es que le sorprendió que Leo abriera tan frenéticamente la puerta, pero ella estaba tan acostumbrada a la presencia de hombres, además ella estaba tapada con una toalla así que no pasa nada. Se dijo a si misma, pero aún así su corazón no quería tomar su ritmo normal. Se acordó de la expresión de Leo con sus ojos pasmados en los suyos, su mandibula aflojada y sus mejillas sonrojadas. Se rió levemente. Cerró su bolso y ya vestida salió del baño, a la salida estaba Leo, él la miró de golpe y luego se sonrojó como un tomate.
-Yo… este… Joshua…- estaba nervioso, que gracioso era aquello, él miraba al suelo, sonrojado y frotándose las manos- Lo siento, no fue mi intención, yo…-
-¿El que?- dije con suma tranquilidad y seguí mi camino hasta llegar a la habitación, dejé mi bolso en una esquina y doblé mis saco notando la mancha, fruncí automáticamente el seño.
-¿Estás herida?- dijo Leo atrás de mí.
-Mi brazo izquierdo pero ya me lo trataron los paramédicos- dije con tranquilidad.
-¿Fue un corte muy grande?-
-Fue una bala, los cuchillos ni me rozan- dije con indiferencia, él se quedó cayado. Terminé de meter el saco en su bolsa y lo tiré encima del bolso.
-¿Por qué eres agente?- la cara de Leo tenía un semblante de confusión y preocupación, pasé a su lado y puse mi mano en su hombro.
-Larga historia- y me puse a recoger las latas echándolas a un basurero después de aplastarlas con el pie, Leo me ayudó sin decir una palabra, ordenamos los demás bolsos, barrí mi pieza y la salita y limpié un poco el baño.-Bueno, me voy a desayunar-
-Me ducho y te acompaño- dijo Leo. Yo asentí con la cabeza y me dirigí al comedor. Al poco tiempo de haber llegado, llegaron los demás chicos de la cabaña entre quejas y casi todos frotándose la cabeza, al final de la tertulia estaba Leo, quien me sonrió. Me senté en la mesa que ellos ocupaban y pronto llegaron ellos, leo se sentó a un lado mío y Eric al otro, David estaba al frente, todos menos Leo tenían la misma cara post-carrete.
-Yo ya limpié lo mío, ustedes verán como se las arreglan con el resto- dije riendo.
-¿A quien le toca?- dijo David intentando sacarse el pillo- Creo que le tocaba al Andrés-
-Naaa le tocaba al Naxo- dijo el identificado.
-¡La vez pasado fui yo, no me tiren a las cloacas!-
-Es cierto, lo siento Andi, te pasaremos el traje anti-radiación- dijo David dándole unas palmadas en la espalda. Todos nos pusimos a reír, hasta que la puerta del comedor se abrió y entró la tertulia de “modelaje”, hice ademán de levantarme antes de que ellas me vieran, pero sentí las manos de los hermanos en mis antebrazos impidiéndome levantarme, los miré con urgencia a todos, pero sus expresiones eran similares; una sonrisa tranquilizadora. La arpía no tardó en girar el cuello y aguijonearme con la mirada, se giró inmediatamente hacia sus subordinadas, las cuales me miraron de la misma manera.
-No lo soporto, suéltenme- susurré. En vez de soltarme David asintió con la cabeza y los dos hermanos se pararon, me volvieron a tomar de los brazos y me sacaron del comedor- ¿Qué hacen?- les susurré. Me llevaron a un patio detrás de las cabañas y ahí recién hablaron.
-No te vuelvas a alejar de nosotros- dijo Eric con mirada seria.
-No soportamos verte sufrir por culpa de… esa engreída- dijo Leo, con el claro ademán de no querer decir su nombre.-¿Acaso le temes?-
-No y es por eso mismo que me alejo de ustedes en su presencia, para que ustedes no me defiendan-dije con seriedad.
-No es necesario, mientras no te alejes no te atacará- dijo Eric.
-Pero sería como esconderme, ella no se atrevería a acercarse a ustedes, ella es la cobarde-
-Ella ya se nos ha enfrentado- aseveró Leo.
-En ese caso quiero ser yo que me defienda-
-Hecho-dijo Eric de manera automática- vamos a decirles a los demás, pues más rato bajamos a la playa.-
Al llegar al comedor, todas las miradas se posaron en mí. Era perturbador, caminamos y nos sentamos con los demás, les dije mi condición y todos asintieron. Pronto nos dirigimos todos a la playa caminando, mientras la tropa plástica se quejaba por los tacones, pero no se nos acercaron.
Andrés se subió a la espalda de David y gritó “Carrera de caballos”, al segundo Eric había saltado encima de Naxo y el Toño saltó sobre Iván, Leo se puso enfrente mio y flexionó las piernas.
-Anda, que seremos los últimos- una parte de mi me dijo que no, pero por otra parte me encantaba la energía y las rizas así que al diablo con la conciencia y salté encima de Leo quien salió disparado, entre gritos y risas llegamos a la playa y con Leo fuimos los penúltimos pues Iván había tropezado y ahora Antonio lo llevaba a él.
Fue una tarde de juegos, nos sacamos la ropa, quedando en traje de baño obviamente, los chicos se dieron cuenta de mi vendaje.
-Josh, ¿qué te pasó en el brazo?- inquirió Iván.
-Cuando estaba cocinando, se me cruzó Titan entre las piernas perdiendo el equilibrio caí y el cuchillo me quiso arrebatar el brazo- dije con tono de broma. Todos me miraron pasmados, sobre todo Leo.
-¿Quién es Titan?- dijo Naxo.
-Mi perro-
-Deberías tener más cuidado Josh- dijo David. Asentí con mi cabeza.
Hicimos competencia de nado, voleibol playero, paletas, entre otros. Ya cayendo la tarde y habiendo viento me puse el polerón y fui a comprar bebidas al negocio de la playa, cuando ya tenía las ocho bebidas sentí que choqué con alguien justo con mi herida, por lo que se me cayeron todas las bebidas tras el dolor.
-Lo siento- me apresuré a decir.
-No las acepto- dijo una voz tan familiar como irritante, al momento vi tras de ella cómo los muchachos me miraban y tenían la intención de venir. Me agaché a tomar las bebidas y me paré para pasar al lado de Helena. Ella me agarró del brazo, afortunadamente el sano, y me retuvo.
-No deberías desafiarme- dijo con fuego en los ojos.
-Me gusta el peligro- respondí con una media sonrisa.
-Entrarás al infierno si no te alejas del resto- me advirtió.
-¿Nadie te dijo que soy un demonio?- después de eso, me solté de ella con un movimiento brusco y me fui trotando hacia los muchachos.
-¿Qué pasó?- dijo Leo con urgencia en la voz.
-Nada muy importante, me condené al infierno- dije con poca importancia- ¿Quién quiere bebidas? Están un poco batidas- dije con una sonrisa.