jueves, 1 de julio de 2010

Una bestia


¿Cómo se había atrevido ese lagarto a lanzarle el jarrón a Nathan? Por suerte pudo ponerse en medio antes de que este impactara contra el rostro de él, luego atinó a dejarlo con Teo pero ahora se las vería con ese tipo. Con todo el odio que albergaba hacia ese hombre corrió hasta la sala de estar donde se escuchaban los bestiales bramidos. Al asomarse logró esquivar una silla la cual se rompió contra la pared.
-¡Idiota, cálmate!-le gritó, pero el momento recibió una embestida y chocó contra la muralla cayendo encima de los restos de la silla, se levantó y al divisarlo tomando un trago de la botella le pateó la barriga haciendo que la botella cayera de sus manos y se quebrara en el piso.
-¡Maldita perr…!-bramó Daniel hasta que Callie le acertó un puñetazo en el rostro haciéndole girar y caer al piso. Él se lanzó contra Callie tomándola del tobillo, haciéndola caer y le dio un golpe en el estómago. Ella no pudo evitar gritar cuando Daniel le mordió en el hombro mientras la aprisionaba con su cuerpo hasta hacerle sangrar.
Callie le golpeó varias veces en el rostro, cada vez con más fuerza, hasta que le hizo crujir la nariz, para cuando Daniel se distrajo ella ya se había escabullido, le tomó el brazo torciéndoselo e inmovilizándolo, con el brazo libre ella le golpeó la cabeza y lo dejó inconciente. Lo arrastró hasta una silla (la única que quedaba completa) y lo amarró fuertemente a esta, luego se dirigió a la habitación de visitas y al abrirla Nathan se le tiró encima haciendo que ambos cayeran.
-Nathan soy yo..- le susurró al oído, acariciándole el cabello.
-Hueles a… ¡Tu hombro!-exclamó con horror el menor.
-No es nada, deja levantarme- el joven se levantó de un salto y ayudó a su hermana a incorporarse- Lo amarré en la sala de estar, la cual está hecha un desastre, lo siento Teo¬- dijo Callie al entrar a la habitación.
-No se preocupe señorita, yo me encargaré del resto- dijo el mayordomo y desapareció por la puerta.
-Yo iré por vendas, espérame aquí Callie- dijo Nathan desapareciendo tras Teo.
Ella suspiró y se sentó en la banquita de siempre, pero al mirar al frente Alan no estaba recostado en la cama, estaba sentado frente a ella mirando, con aquellos ojos inteligentes y observadores, sus heridas. No se había dado cuenta pero estaba cambiado, estaba recién afeitado, y aquellas ropas blancas resaltaban su cabello negro, corto y liso pero este seguía desordenado. La camisa blanca estaba desabrochada en el principio dejando ver una parte de su bien formado pecho, respiró por necesidad.
-Ni Teo ni Nathan me dejaron ir a ayudarte-sacándola de sus pensamientos ella se dio cuenta que sus ojos color rubí parecían disgustados, ella suspiró intentando recuperar la voz, pero eso le hizo doler la mordida del hombro.
-En ese estado pudiste haber quedado en peor estado-
-Cuando escuchamos tu grito…-él cerró los ojos con fuerza y luego miró su hombro ¿Acaso él se preocupaba por ella? Se negó a si misma, era normal preocuparse por alguien herido-…todavía no olvido ese sonido, debió ser una bestia.-
-Según esos bramidos creo que sí- dijo medio riendo. Él se le quedó mirando, sonriéndole ella le miró a los ojos y él también… no podía pensar pero vio como él se le acercaba ¿o era ella la que se le acercaba? En tal caso ¿Por qué no se rechazaban? ¿Sería un sentimiento mutuo?

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