lunes, 29 de junio de 2009

No hay motivos aparentes

-Verá yo no vivo sola, se lo advierto-le dije mientras caminábamos por la gran avenida.
-¿Vives con tus padres?-preguntó, golpe bajo, miré el suelo golpes de recuerdos crudos y sangrientos volvían a mi mente y revivían en mis ojos... Cerré los ojos con fuerza y logré que los recuerdos se acallaran.
-No, comparto la casa con dos compañeras de trabajo- le dije, volví la vista al frente- Una de ellas es bastante revoltosa...-intentaba distraerme y camuflar ese instante de silencio para no levantar sospechas.
-Ya veo...-dijo, lo miré de reojo y por su expresión pude notar que se había percatado de ese momento de silencio- ¿Y la otra joven?-
-Hindi es tímida, ayer invitó a un conde a la casa; Ofelia, la chica revoltosa, se pasó toda la noche espiándoles...-suspiré resignada.
-Y ¿tú?-preguntó
-Yo les dejé la cena lista y me encerré en mi habitación, como habitualmente lo hago- dije tranquilamente, esa noche me había puesto a limpiar el rifle de mi madre nuevamente... Era necia, lo sabía, yo debería deshacerme de ese rifle para no sufrir, pero... no podía negar mi pasado ni mi familia, mis hermanos inocentes y mis padres...
-¿Estás bien?- me preguntó, él se había parado enfrente mío y choqué con él.
-Ah... lo siento-dije dandome palmaditas en la mejilla- Supongo que de nuevo quedé en silencio.-
-Pareciera que entras en un mundo ajeno- dijo con una sonrisa- Que curiosidad me causa-
-Creame, no le gustaría entrar a ese mundo de recuerdos- le dije con voz apenada. Levanté la cabeza para reincorporarme a la realidad.- Ya estamos cerca ¿Le apetece una taza de té cuando lleguemos?-me hice a un lado para seguir avanzando.
-¿Siempre esquivas de esa manera?-dijo y retomó el curso, le sonreí.
-Así es, no encuentro mejor manera-dicho esto no hablamos en todo el tramo restante, saqué las llaves y abrí.
Llegué!-grité hacia adentro del hogar, se escucharon pasos en el segundo piso y otros provenientes del salón. Desde arriba asomó Ofelia, que al ver a Elfric entrar me miró con malicia. Hindi se asomó por el salón y tomó algunas cosas, saludó a Elfric sin mucha importancia. Tomé las bolsas que había traído Elfric.
-Toma asiento en el salón te traeré algo refrescante, con permiso- Hindi y yo nos dirigimos a la cocina y, como era de esperarse Ofelia le fue a hacer compañía a Elfric. NO entiendo el por qué pero el saberlo me daba una molestia interna... ¿celos? ¡Por favor! si él era un completo extraño.
-Ann? ¿Quien es el joven?-preguntó Hindi mientras guardaba la lechuga.
-No tengo la menor idea...-respondí. Hindi se rió por lo bajo.
-¿Amor a primera vista?-susurró.
-Definitivamente no, no necesito amar-respondí secamente, Hindi se paró y me tomó de la mano mirándome con cariño.
-Ann, sé por lo que haz pasado, pero no debes cerrar tu corazón. Tanto sacrificio que haz tenido... ya era hora que algo bueno te pasara Ann, no lo rechaces- no podía enojarme con Hindi, con cualquier persona menos ella ¿Por qué? No sé. Suspiré resignada.
-No me interesa ningún cambio de ningún tipo en mi vida, gracias- le dije y seguí en lo que estaba, ella volvió a reír.
-Ya veremos cuanto te dura esa mentalidad Anny- se rió bajo y se fue-Iré a ver qué necesita, con permiso...-
-Yo iré, gracias-no sé por qué dije eso ni el motivo de mi carrera hasta el salón, al entrar fulminé con la mirada a Ofelia que ya iba a lanzarse encima de Elfric.
-¿Quiere conocer el patio?-le pregunté a Elfric pero sin dejar de quemar a Ofelia con la mirada.
-Claro, con su permiso señorita- su voz parecía divertida pero no lo vi hasta que se paró al lado mío, le hice señas a Ofelia de que más le valía mantenerse alejada de él. Lo miré y no entendí su expresión.
-¿Por qué te ríes?- le pregunté medio molesta, Ofelia casi se le tira encime y él estaba ahora con mansa sonrisa.
-¿Donde está el patio?-desvió mi pregunta, suspiré y le guié hasta el patio trasero, que junto con Hindi habíamos decorado con diferentes tipos de flores. Al centro del patio había una especie de pequeño prado, me senté en el verde suelo que brillaba con el sol.
-Tome asiento- le dije con una sonrisa, me sentía más tranquila en ese lugar el sol de al tarde brillaba glorioso las flores despedían una fragancia única y acogedora, él se sentó a mi lado.-Bien, entonces ¿¿por qué se reía tanto en el salón?? Hasta donde yo sé Ofelia no cuenta buenos chistes- dije recordando la mirada fogosa de Ofelia en el salón.
-No me reía por ella-dijo con una sonrisa, con su dedo índice empujó mi mentón hasta verlo de frente- Me reí de tu reacción al verla acosándome-
-Que tiene de especial mi reacción-saqué su dedo y pensaba una cosa mientras decía otra.-Es completamente normal…- mi reacción se pasó de lo anormal al-que regañe a Ofelia por su actitud…- asesinar con la mirada a Ofelia…-
… tan poco educada… -...por su actitud tan lujuriosa…- frente a un invitado.- frente al chico que me gusta!---------------- Olvídalo yo no pensé eso!! ¿¿Gustarme?? Que estupidez más grande, por favor, si es un completo desconocido.
-Entonces explícame por que te ruborizas, por qué no me miras a los ojos…-su voz, era aterciopelada, su fría mano se amoldó a mi mandíbula y la manipuló para situarla frente a su pálido rostro.-
… por qué no dices nada, por qué provocas estas reacciones en mí-
No pude pensar, ahora eso parecía algo totalmente ajeno a mi persona… cerré los ojos, quería seguir oyendo su voz, seguir sintiendo su olor mezclado con la fragancia de las rosas al atardecer. Que esos ojos, inspirados por el cielo de mediodía, sólo se fijaran en mí, sólo en mí, en ninguna otra mujer, sino me enojaba, me hervía la sangre de sólo pensar en el regalo que les daba a esas mujeres de reflejarse en esos cristales.
¡Alto! Esto no puede estar pasando, no debe estar pasando ¡y no va a pasar! Abrí los ojos rápidamente y me paré rápidamente.
-¡No!-exclamé retrocediendo dos pasos de mi lugar, me puse las manos en el rostro intentando caer en la cruda realidad, en donde debía estar, no donde estaba hace tres segundos. Él se paró, sin comprender nada.
-No niegues…- susurró con esa voz de terciopelo, me tapé los oídos, caí al piso.
-Cállate, no sigas…- si le escuchaba caería en sus redes nuevamente, no podía permitirlo. Siempre me había dicho, la razón antes que el corazón; ese órgano maldito que pensé enterrado en el fondo de mi inconciente. Sentí sus gélidas manos sobre las mías, cerré los ojos con fuerza. Sus manos, más fuertes que las mías, apartaron mis manos de mis oídos y las situaron en su espalda, en un segundo me vi siendo abrasada por ese gélido cuerpo.
-No me niegues hacerte feliz, no sabes cuanto tiempo te he esperado- su voz… su olor… ahora mis lágrimas…
-Debí haber aprendido hace mucho, pero el corazón es torpe y masoquista- susurré ya resignada, ese completo extraño en menos de un día había logrado lo que nadie, me había atrapado en sus redes y hecho su esclava, de un momento a otro él se había convertido en mi más preciada posesión, y lucharía, lucharía hasta la muerte protegerlo y evitar que me lo quitasen.

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