jueves, 1 de julio de 2010

Despertar

Sintió las mismas cálidas manos en su muñeca, y vio una brillante lágrima cayendo de unos ojos ámbar que expresaban un miedo casi palpable. En ese momento la soltó y ella cayó al piso, la escuchó toser y sollozar. Entonces, Alan se dio cuenta de que estaba limpio y vendado, además el brazo le dolía menos y estaba enyesado. La joven dejo de toser, pero seguía sollozando penosamente.

-Discúlpame- dijo Alan, la mujer silenció y, con las orejas gachas, volvió a sentarse en la banca lentamente-¿Tú me curaste?-

-¿Eres un asesino, ladrón, violador o algo parecido?-la tímida pero decidida voz de la mujer lo tomó por sorpresa.

-No- dijo con cierto tono de disgusto en la voz, pero luego pensó que era lógico.

-Pues sí, yo me topé contigo en el camino- dijo la mujer-... el médico dijo que debías reposar-

-¿El médico? ¿Llamaste un médico?- Alan no podía comprenderlo, quién gastaría dinero en un médico para ayudar a un cualquiera. Ella miró el piso y se sonrojó.

-No iba a dejar que murieras en mis manos, además yo sólo pude lavarte las heridas, y con cierta torpeza por lo demás- dijo con una sonrisa avergonzada y él se dio cuanta de las prendas de la mujer, parecía un uniforme de color turquesa oscuro con bordes grises, y estaba con manchas, manchas de sangre, ¿su sangre?.

-Yo soy Callie ¿y tú?-la voz de la mujer lo interrumpió. Y contestó sin pensar mucho.

-Alan… ¿Tú me cargaste hasta aquí?- la mujer soltó un suspiro pero no de cansancio parecía que la pregunta le hubiera divertido.

-La verdad es que ni yo sé como lo hice-dijo con una sonrisa, era hermosa y contagiosa pues él también sonrió- Ahora recuéstate y descansa, le diré a Teo que te traiga algo para comer, con tu permiso Alan-Callie se levantó y rodeo la cama para llegar a la puerta.

-Espera-

-¿Sí’-

-¿Por qué me ayudaste?- ella pareció sonrojarse.

-Señorita tiene una llamada- el mayordomo, ya con ropa limpia, le entregó el auricular a Callie, esta lo recibió.

-Teo, el huésped, Alan, a despertado, atiéndalo en mi ausencia por favor- Teo asintió y Callie se dirigió a Alan-Vengo en un momento, con tu permiso- y desapareció tras la puerta.

-Habla Callie Stakile- dijo con la voz seria y profesional con la que solía responder el teléfono.

-¡Callie, mujer! ¿Por qué no has venido?-Callie pudo reconocer a la perfección la voz de su compañera de trabajo.

-Lo siento Marie, pero no podré ir a terreno, no puedo dejar mi casa, al menos por lo que queda de semana- se excusó.

-¡Pero si estamos a miércoles!-chilló Marie.

-Lo sé, pero tengo el portátil en casa así que yo te haré todo el papeleo de la semana- dijo con pesar, sólo pensar en el papeleo le aburría.

-Bien, supongo que irás a la playa el sábado- dijo con desgano.

-No, pero mira- dijo rápidamente evitando que ella le reclamara antes- podrás aprovechar más tiempo con ese ingeniero del que tanto me hablas, no te tendrás que preocupar de buscarme pareja-Callie intentó utilizar su tono más convincente posible.

-Cal eres una tramposa, más te vale que tu escusa sea buena… y me la dirás más tarde por que ahora viene Bruno directo hacia acá- dijo con emoción y luego Callie escuchó la línea cortada, sonrió y colgó el teléfono.

Miró la puerta de la habitación de invitados y luego se dirigió al baño, se dio una ducha se cambió de ropa a algo más cómodo y limpio, se echó una ojeada en el espejo y notó una marca en su cuello tenían la forma de los dedos de Alan… Realmente se había asustado, pero ese hombre no era malo, al menos no le había matado. Además con aquella encantadora sonrisa no podía ser malo, aunque tuviera rasgos duros, una nariz que de seguro se la había roto alguna vez pero que no desestilizaba su rostro, unos labios perfectos… ¿En qué diablos estaba pensando?

¡Ah! Que estupidez estoy actuando como quinceañera” Sacudió con fuerza la cabeza, pero no pudo sacarse de la cabeza la imagen de Alan sonriendo, con sus cabellos negros, sus orejas, sus ojos rojos que en un principio le aterraron pero ahora le fascinaban, su bien formado y ejercitado cuerpo que había visto mientras le limpiaba las heridas, aun que dejó que Teo se encargara de sus intimidades… Volvió a sacudir la cabeza y suspiró con pesar. Hace más de 8 meses su novio había viajado a otro continente, acompañado de otra mujer, dejándole en claro que ya no quería nada más con ella y no deseaba volver a pensar en hombres, no más daño para su maltrecho corazón. Unos débiles golpes en la puerta la sacaron de sus pensamientos.

-Adelante- dijo Callie mientras se hacía una rápida coleta, Teo entró en la habitación tan tranquilo como siempre.

-El señor Alan desea verla señorita- el mensaje la tomó por sorpresa y su corazón dio un brusco he incómodo salto.

-B… bien, iré a ver lo que quiere- dijo débilmente.

-Lavaré su uniforme señorita-el mayordomo tomó las prendas manchadas, ella asintió y el mayordomo desapareció por la puerta.

Callie caminó por el pasillo apaciguando el ritmo de su corazón, estúpidamente alterado. Golpeó levemente la puerta con sus nudillos, cuando escuchó “Adelante” abrió la puerta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario